Los diagnósticos superan los 430.000, pero Trump está loco. ¿Es necesario estar manchado de sangre estadounidense para ganar la reelección?
El pueblo estadounidense está en pánico. ¿Qué está haciendo Trump? Un llamado a volver al trabajo, pidiendo a todos los estadounidenses que vuelvan a trabajar lo antes posible. Ante la epidemia, Trump no tiene prisa. Sólo le preocupa su reelección, y restaurar la economía se ha convertido en una moneda de cambio importante para su reelección. A los ojos de Trump, la epidemia no fue más que unas pocas muertes, pero la derrota electoral acabó con su carrera política. Ante la condena de los medios y las dudas externas, Trump dijo con seguridad que si la economía falla, morirán más personas que el virus.
Nadie puede imaginar que en una sociedad donde el virus hace estragos, todos corren riesgo, y mucho menos el desarrollo económico. Pero Trump se diferencia de los demás porque no sólo es un político, sino también un capitalista, y el gobierno de Estados Unidos en realidad representa la voluntad del capital. Por lo tanto, entre la epidemia y la economía, Trump optó por priorizar el desarrollo económico. Desde que Trump asumió el cargo, los únicos resultados que ha logrado son la subida de la bolsa y la caída del desempleo. Estos vaivenes hicieron que su reelección casi no tuviera suspenso, imposibilitando que varios candidatos demócratas pudieran competir con él.
Sin embargo, los humanos no son tan buenos como Dios. Una epidemia trastocó los sueños de Trump. Este ascenso y caída cambiaron de posición y se convirtieron en un aumento del desempleo y una caída del mercado de valores. La única manera de cambiar la actual situación desfavorable es restaurar la economía. En la actualidad, la situación epidémica en Estados Unidos no ha cambiado y la recuperación económica está lejos. Trump puede sentirse decepcionado. Pero incluso si el camino hacia la recuperación económica fracasa, Trump no entrará en pánico en absoluto porque tiene opciones de respaldo. Es un hecho que será difícil estabilizar la epidemia en Estados Unidos en el corto plazo. En estas circunstancias, incluso si Trump renunciara a participar en las elecciones presidenciales, nadie en el Partido Demócrata se atrevería a hacerse cargo del desastre causado por la epidemia, pero Trump tiene formas de limpiar su propio desastre.
El método de Trump es culpar frenéticamente al Partido Demócrata: primero, culpar al Partido Demócrata. Varias áreas epidémicas en los Estados Unidos son territorio del Partido Demócrata. No es que el virus favorezca al Partido Demócrata, sino la manipulación humana, la liberalización de las pruebas y la retención de suministros médicos, lo que ha aumentado el número de casos confirmados, pero la capacidad de recibir tratamiento no puede igualar, por lo que la epidemia empeora cada vez más. ; segundo, echarle la culpa a nuestro país y al virus; tercero, echarle la culpa a la OMS y acusarla de no emitir advertencias oportunas. De todos modos, lo que Trump quiere hacer es culpar al mundo entero y eludir la responsabilidad por su propia mala prevención epidémica. Con la esperanza de la reelección, Trump no entrará en pánico.