Tengo 25 años, ensayo 500
A medida que pasa el tiempo, ya tengo 25 años. Mirando hacia atrás, siento que hay demasiados arrepentimientos y decepciones, pero el pasado no es importante, lo importante es el presente.
Ahora soy un graduado universitario digno. Hoy, con añoranza por el futuro y gran ilusión, llamé a la puerta de un empresario. Pero al principio todo es difícil. Cuando busqué trabajo por primera vez, me topé con un muro. Las duras exigencias de mi jefe destruyeron mi confianza en mí mismo.
De camino a casa, me pregunté no sólo mil veces, sino diez mil veces: ¿Debería rendirme? Pero mi razón me recuerda que no puedo rendirme. El futuro es hermoso, pero la realidad es cruel. En esta sociedad ferozmente competitiva, ¿qué cuenta un fracaso?
Al día siguiente, entré tranquilamente en una empresa de software. El vestíbulo estaba lleno de jóvenes que buscaban trabajo. Todos estaban enérgicos y confiados. Afortunadamente, el jefe de esta empresa se encaprichó con mis habilidades informáticas y me contrató como diseñador de software con un salario alto.
Como mi jefe valoraba tanto mis habilidades informáticas, tenía que presumir y en secreto tomé una decisión.
Después de más de un año de minuciosa investigación, finalmente desarrollé el software H·Y.
Este tipo de software es actualmente el software de procesamiento de textos más avanzado del mundo. Estados Unidos, la antigua potencia tecnológica, todavía lo está desarrollando. Por lo tanto, las ventas del software son muy buenas y yo. han generado muchas divisas para la empresa y también han aumentado los ingresos fiscales para el país. Por eso, mi jefe me ascendió a director general.
Para celebrar mi ascenso, mis colegas me arrastraron a un restaurante. Sin embargo, uno de los camareros que nos atendió se parecía mucho a nuestra compañera de secundaria Xiaoli. Una mirada más cercana reveló que en realidad era ella. Me acerqué a ella y la saludé. Cuando me vio, al principio se sorprendió y luego se avergonzó. Le hablé sobre la vida en la escuela secundaria y estaba muy arrepentida. Pensé: si lo hubiera sabido ahora, ¿por qué molestarme entonces?
Veinticinco años es una edad fragante que tiene tanto el bautismo de la lluvia primaveral como el del sol. ¡Que mi hermano lo aproveche!