Ámame, ódiame
Un día, dejé este mundo. ¡Los que me odiaban danzaban con gracia, y los que me amaban derramaban lágrimas como rocío! Al día siguiente, mi cuerpo fue enterrado profundamente bajo tierra mirando hacia el oeste. Aquellos que me odiaban miraron mi tumba con una sonrisa en sus rostros, ¡pero aquellos que me amaban no se atrevieron a mirar atrás y mirar así! Un año después, mis huesos se han podrido y mi tumba está expuesta a la lluvia y el viento. Aquellos que me odian todavía parecen enojados cuando ocasionalmente me mencionan después de la cena, mientras que aquellos que me aman sólo pueden decir palabras silenciosas en la oscuridad de la noche. ¡No sé a quién llorar mis lágrimas!
Diez años después, ya no tengo cuerpo, sólo un montón de huesos. Quienes me odian sólo recuerdan vagamente mi nombre y han olvidado mi rostro, pero quienes me aman profundamente sólo guardan un breve silencio cuando piensan en mí. ¡El tiempo hace que todo se vuelva borroso gradualmente y la vida hace que todo lo del pasado ya no sea claro! Décadas más tarde, mi tumba fue arrastrada por la lluvia y el viento, pero sólo quedó una desolación. Los que me odiaban me habían olvidado, y los que me amaban profundamente también entraron en la tumba.
Para este mundo, me he convertido completamente en la nada y el pasado. He luchado toda mi vida y no puedo quitarme nada. He sido persistente toda mi vida y no puedo quitarme ninguna vanidad y admiración. En esta vida, no importa si eres rico o pobre, algún día tendrás que llegar a este último paso. ¡En las generaciones futuras, miraré hacia atrás y me daré cuenta de que mi vida ha sido desperdiciada! ¡No hay nada que amar en la vida y no habrá dolor en la muerte tras la muerte!
Quiero llorar, pero no puedo emitir ningún sonido. Quiero arrepentirme, ¡pero ya es demasiado tarde! Vive tu vida con el corazón y no tomes como criterio los ojos de los demás. ¡Trata a los demás con amor y no te dejes disuadir por los prejuicios mundanos! El amor, el odio y el odio son en realidad solo admiración y desgana por uno mismo. Tres mil sueños de prosperidad, en un abrir y cerrar de ojos, terminaron cien años después, ¡con sólo un puñado de arena amarilla! Aconsejo a la gente que valore el momento presente. Pregúntale al cielo, ¿cuántas veces sucederá?