¿A qué frutas de la vida puedes ser alérgico?
Los síntomas de la alergia a las frutas son generalmente leves y se manifiestan como enrojecimiento, sarpullido, descamación, picazón en la piel y entumecimiento de la boca y la lengua en las comisuras de la boca, comúnmente conocido como "erupción en frutas". Algunas personas también experimentan síntomas como náuseas, vómitos, dolor de cabeza y mareos. El dolor abdominal y la diarrea también son síntomas de alergias. Las alergias a las frutas también pueden provocar asma, especialmente en los niños. Las alergias alimentarias suelen ser una de las principales causas del asma alérgica. Los niños menores de 3 años tienen más probabilidades de sufrir alergias. A medida que envejecen, su tolerancia aumenta gradualmente y sus reacciones alérgicas a los alimentos disminuyen gradualmente.
¿Por qué la primavera es la temporada alta de síntomas alérgicos como la “erupción en las frutas”? La primavera es la temporada alta de enfermedades alérgicas de la piel. Las enfermedades alérgicas, a menudo denominadas enfermedades alérgicas, son enfermedades comunes y frecuentes que perturban gravemente la vida de las personas. Recientemente, ha aumentado el número de niños alérgicos a frutas como el mango y la piña. La razón por la que los niños son propensos a la dermatitis alérgica cuando comen frutas es principalmente porque la forma en que los niños comen frutas es "lavarse la cara". Al comer frutas, es fácil que el jugo les caiga en la cara y gotee sobre sus cuerpos. Además, su piel es fina y su resistencia débil, por lo que su probabilidad de sufrir “erupción frutal” es mucho mayor que la de los adultos.
Cuando comienza la "erupción frutal", las personas con alergias tendrán la boca enrojecida, descamación y picazón. En este momento se debe dejar de comer fruta, lavarse la cara y las manos, y luego aplicar alguna crema hidratante. Pero si los síntomas son graves, como grandes zonas de eritema en labios, boca, orejas y cuello, o incluso un ligero edema, conviene acudir al hospital. Generalmente no hay consecuencias adversas graves, pero un número muy pequeño de personas puede experimentar síntomas graves, como dificultad para respirar.